El fin de semana pasada
tuvimos oportunidad de hacer noche en Tunja. Nos habían entregado, por fin, el
coche que habíamos comprado un par de meses antes y decidimos hacer una
excursión aprovechando el puente.
Tunja es la capital del
Departamento de Boyacá. Fue fundada por el malagueño Gonzalo Suarez Rendón en
1539. Actualmente es una ciudad de unos 200.000 habitantes, famosa por albergar
un distrito universitario muy solvente de universidades públicas y sobre todo privadas. Además alberga un patrimonio
religioso muy importante, herencia
española. Está situada a una altitud de 2.775 metros y suele hacer un frio que pela.
Paseando por ella tuvimos
oportunidad de encontrarnos varias placas- los colombianos son muy aficionados
a colocar placas por cualquier causa, aunque, en este caso, son merecidas- y
algún monumento al cronista, poeta, soldado y clérigo, Juan de Castellanos.
Placa alusiva a la casa de Juan de Castellanos en Tunja |
Juan de Castellanos nació en
Alanís, un pequeño pueblo de la sierra norte de Sevilla, en 1522. Se cree que llegó a Puerto Rico con Juan de León,
probablemente cuando tenía ocho años. Se supone que trabajó como monaguillo en
la iglesia metropolitana y aprovechó esos años para recibir instrucción con el
obispo en latín, estudió humanidades y autores clásicos, lo que le sirvió más
tarde en el sacerdocio.
A los catorce años, se enroló
en las filas del gobernador Antonio Sedeño, al mando del capitán Rodrigo Vega,
para ir a pelear contra el conquistador Jerónimo Ortal en la Isla Trinidad, donde
salieron derrotados. Como aventurero tuvo una vida agitada, estuvo en el Meta
capturando indios para su venta, pasó por la Isla Cubagua- Venezuela-, Curasao,
Santo Domingo, El Cabo la Vela, Isla Margarita, Cartagena, Santa Marta, donde
combatió a los tayronas de la Sierra Nevada, junto a Pedro de Ursúa. A finales de 1553 se
encontraba en Santa Fe de Bogotá para pasar nuevamente a Cartagena donde, en
1555, después de 19 años de aventuras, decide hacerse religioso, ordenándose sacerdote.
Fue cura en Cartagena en los
años 1560 y 1561, para finalmente ser trasladado a Tunja- Santiago de Tunja como
se llamaba en aquél entonces- donde permaneció sus últimos 45 años. Muere en
1607 a los 85 años.
Monumento a Juan de Castellanos en la plaza Bolívar de Tunja |
Instalado en Tunja dedica su
vida a la escritura. De Castellanos se conocen tres obras, todas de carácter
histórico: Elegías de varones ilustres de Indias, Historia del Nuevo
Reyno de Granada y Discurso del Capitán Francisco Drake. Se le
atribuyen, además, otras dos: Historia Indiana y Libro de octavas
rimas de la vida, muerte y milagros de San Diego de Abalá, cuyos
manuscritos han desaparecido.
Las obras de Castellanos
versan sobre los principales sucesos de la conquista española en tierras de
América, pero principalmente sobre los relacionados con las Antillas, Costa
Firme, Nueva Granada y la Gobernación de Popayán. Para escribir estas obras,
que por su extensión constituyen una vasta crónica rimada que consta de más de
ciento cincuenta mil versos endecasílabos, se sirvió Castellanos de
noticias recogidas por él personalmente, durante su vida aventurera, y de las informaciones
que le dieron sus compañeros acerca de
las expediciones en las que no tomó parte. Castellanos extractó, además,
páginas de los escritos del fundador de Bogotá, Gonzalo Jiménez de Quesada.
Portada de obra Elegías de Varones Ilustres de Indias . Edición de 1589 |
La obra que ha dado mayor
notoriedad a Juan de Castellanos es el poema histórico Elegías de varones
ilustres de Indias. La primera parte se publicó en Madrid, en 1589,
mientras que la segunda permaneció inédita hasta el siglo XIX, cuando fue
publicada en Madrid en 1874. El propósito inicial de Castellanos fue escribir
una simple crónica en prosa de los sucesos de la Conquista, pero, a instancia
de sus amigos, deseosos de que Tierra Firme alcanzase la gloria que dio a Chile
La Araucana de Alonso de Ercilla, versificó la ya iniciada prosa de su
obra.
Más que como poeta debe
juzgarse a Castellanos como historiador; como tal es siempre imparcial y veraz,
y su criterio científico es bastante exacto. Condena a los funcionarios
sobornables, la desmoralización de los soldados, la injusta distribución de las
conquistas; sus ideas respecto a la conducta de los españoles con los indios
son sensatas. Abundan en la obra las noticias arqueológicas, de historia
natural y sobre las costumbres de los aborígenes, todas ellas de gran interés.
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