En
días pasados tuve oportunidad de almorzar en el restaurante Funzipa de Zipaquirá. El mismo se ubica en una nave de
arquitectura industrial de la primera
mitad del siglo pasado, perteneciente a una antigua industria salinera, muy
bien conservada. Esta circunstancia es la que me ha animado a escribir esta
entrada sobre las salinas artesanales en este pueblo.
Nave industrial salinera convertida hoy en restaurante. |
La
sal en Zipaquirá, que era la principal actividad industrial, se elaboraba en forma de grano de caldero y compactada. Se hacía
en numerosas fábricas que existían en el municipio, lo que dio lugar a la
creación de la Sociedad de Elaboradores
de Sal, en 1939. En 1948 se convirtió en una nueva sociedad denominada Sociedad Colombiana Distribuidora de Sales,
una sociedad anónima cuyos accionistas eran los propios industriales salineros.
Como el Banco de la República tenía el monopolio de la explotación de la sal en
el país, éste tenía un contrato de suministro de entre 6.000 a un millón de
toneladas mensuales a las industrias para que, por el sistema de hornos, obtener la sal pura y lo más blanca
posible.
La
nave visitada obtenía la sal por el sistema de evaporación del agua salada -salmuera-
vertida sobre una especie de palanganas de hierro, de unos 2 metros de
diámetro, que colocadas encima de los hornos y a temperaturas adecuadas facilitaban la evaporación del agua y precipitaba
los cristales salinos. La materia prima, la salmuera, se hacía llegar a las
industrias en pipas de madera, transportadas en carro tanques.
La instalación constaba
de dos hornos situados uno al costado del otro. Cada uno alimentaba a tres
palanganas donde se depositaba la salmuera y se obtenía la sal. Ambos hornos en
su extremo superior facilitaban la salida de los humos de la combustión, a
través de una chimenea común.
Vista frontal de los dos hornos. Al fondo la chimenea de salida de humos. |
Especie de palanganas donde a partir de la salmuera se obtenía la sal. |
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