domingo, 4 de mayo de 2014

LA COCHINILLA MEXICANA, UNO DE LOS CAPÍTULOS COLONIALES MÁS IMPORTANTES

La cochinilla es un insecto parasito de algunas plantas del que se extrae un extracto natural de color rojo natural o carmesí. También se le conoce como grana cochinilla, cochinilla del carmín y, en México, nocheztli .
Dibujo de las cochinillas de José Antonio de Álzate y Ramírez
 

Este insecto que se reproduce en las pencas  de nopal o chumbera tuvo gran importancia en la cultura prehispánica, siendo utilizada para teñir objetos de lo más diversos: plumas, madera, alimentos, textiles, cerámica, viviendas  y como tintas para confeccionar los códices.  También la cultura Paracas en El Perú, utilizó la grana cochinilla para teñir sus textiles.
 

Vista aumentada de las cochinillas sobre una hoja de chumbera

 
Una de las primeras descripciones del uso de la grana es la de fray Bernardino de Sahagún, quien en la Historia de las Cosas de la Nueva España relata “al color con que se tiñe con la grana se llama nocheztli, quiere decir sangre de tunas, porque en cierto genero de tunas se crían unos gusanos que llaman cochinillas apegados a las hojas, y aquellos gusanos tienen una sangre muy colorada…”  .
 

Con la llegada de los españoles a América comenzó un intenso intercambio de productos entre ambos continentes. La cochinilla fue uno de los principales, hasta tal punto que existe constancia de que la primera exportación se hizo en 1523 dos años después de la conquista de Tenochtitlán. El impacto del colorante en Europa fue tan grande que se convirtió en el tercer  capítulo de exportación, después del oro y la plata, desde Nueva España.
 

En 1530 la cochinilla fue incorporada al sistema de tributos reales y veinte años más tarde el consumo en Europa ya se había generalizado. El carmín de las cochinillas se utilizaba para teñir las ropas de los nobles y de los eclesiásticos. También las chaquetas del ejército británico se teñían con la cochinilla.
 

Dibujo recogiendo la cochinilla de José Antonio de Álzate y Ramírez

 
En estas circunstancias la industria de la cochinilla alcanzó un gran auge. El  aumento de la demanda trajo consigo la adulteración del producto que era mezclada con una cochinilla silvestre de peor calidad. Para evitar  los fraudes se crearon en 1572 Jueces de la Grana Cochinilla en algunas poblaciones, donde se revisaba y se registraba en Veracruz, antes de enviarla a Sevilla. Los fraudes sobre la calidad de la cochinilla  se combatieron con leyes que propiciaban las confiscaciones y el destierro de los infractores.
 

Dibujo donde se representa el tratamiento de las cochinillas. Dibujo de J.A de Álzate
 
 
Mientras tanto la grana cochinilla comenzó a probar suerte en otros lugares del mundo. En 1820 llegaron a Cádiz procedentes de Veracruz ocho chumberas cargadas de cochinilla, encargadas por la Sociedad Económica de esa ciudad. Esta sociedad consiguió reproducir el insecto e inmediatamente la Corte lo envió  a las Islas Canarias con un decreto que ordenaba cultivarlo  en las islas. El  cultivo tuvo tal éxito que se sembraron miles de hectáreas de chumberas y el monocultivo de la cochinilla  se convirtió en la base de la economía de las Canarias, favorecido por el caos administrativo y económico que existía en México después de la guerra de la Independencia. Así de esta manera Las Canarias acapararon el mercado mundial en la segunda mitad del siglo XIX.

 
Plantaciones de chumberas  para obtener cochinilla en Lanzarote
El panorama empieza a cambiar con la  producción de colorantes artificiales que propician un giro completo al arte del teñido. La cochinilla no puede competir con los colorantes químicos, principalmente las anilinas y su demanda empieza a decaer.  También la apertura del Canal de Panamá en 1914, favoreció la comercialización de la cochinilla peruana hacia Europa en detrimento de la Canaria.
 

En la segunda mitad del siglo XX se produce un nuevo giro que reactiva nuevamente la producción de cochinilla, pero sin alcanzar los niveles del siglo XVII, como es la detección de alergias provocadas por el uso de colorantes artificiales en alimentos industrializados. Se producen nuevas reglamentaciones en Europa y en EE.UU. prohibiendo esos colorantes industriales y se reconoce que la cochinilla y el carmín, derivado de la misma, son colorantes inocuos para la salud humana. A partir de 1960 se incrementa su uso en las industrias alimentaria, cosmética y en la farmacéutica.
 

Actualmente en Perú es el gran productor de grana cochinilla, seguido de Chile, introducida no hace muchos años y finalmente Canarias. En Perú donde obtienen de media unos 100 kilogramos de cochinilla por hectárea y año, en las 1.200 chumberas que tienen plantadas  por hectárea, da ocupación a decenas de miles de personas, mientras en algunas zonas de México están intentando revitalizar la producción de cochinilla, un rubro que fue vital en épocas pasadas.
 
NOTA PARA LECTORES ESPAÑOLES
La tuna o el nopal es lo que en España llamamos chumbera, tan frecuentes en  Levante y en Andalucía, en la península. Las pencas son las hojas de las chumberas que en México son una delicia culinaria.


 

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