La presencia de sacerdotes
españoles en las guerrillas colombianas fue numerosa e importante, en el último tercio
del siglo pasado. Sobre
todos ellos ejercería cierta influencia el papel del sacerdote colombiano Camilo Torres Restrepo, pionero de la Teología de la Liberación, cofundador de
la facultad de Sociología de Bogotá e igualmente guerrillero del Ejercito de
Liberación Nacional- ELN- que fue dado de baja en el primer combate que mantuvo
con el ejército,en 1966. Su activismo y su muerte dieron la vuelta al mundo,
siendo muy conocida en los ambientes de izquierda. A partir de su muerte se convirtió en el mártir del ELN.
A finales de la década de los
80, los informes secretos del ejército colombiano al menos vinculaban a una
decena de curas españoles que combinaban la prédica del evangelio con el fusil.
No necesariamente todos estaban en el monte – las guerrillas combinan dentro de
sus organizaciones los frentes rurales con los urbanos - , algunos de ellos ejercían de párrocos de
pequeñas poblaciones. Algunos de esos curas citados en el informe son: José
Luis Vecina, Vicente Ordaza, José Luis Amo, Juan José Galán, Miguel Nevado,
Vicente Tonicheli, Luis de Llanos, Miguel Linares, sobresaliendo de entre ellos
los curas aragoneses Manuel Pérez, Domingo Laín y José Antonio Jiménez.
Todos ellos a imagen de
Camilo Torres se vincularon al ELN. El Ejército
de Liberación Nacional era uno de los cinco grupos guerrilleros insurgentes que
por aquél entonces existían en Colombia, de ideología socialista, con
influencias de la teología de la liberación, bastante arraigada en el país, en
las décadas de los 70 y los 80, lo que se entendía como marxismo cristiano. También muchos curas colombianos se enrolaron
en el ELN.
Nuestro trió de aragoneses
viajó inicialmente a Republica Dominicana, donde pasado algún tiempo son
expulsados. Viajan a Colombia y se instalan como curas obreros en un barrio
pobre de Cartagena de Indias, donde igualmente son expulsados por su activismo político.
Domingo Laín , J.A, Jiménez y Manuel Pérez, rumbo a América |
Con documentación falsa, logran
entrar de nuevo a Colombia viajando desde
las Islas Canarias para enrolarse en el ELN. Era el año 1969.
Domingo Laín
enrolado en la guerrilla actuó como asesor del Estado Mayor y en especial de su
primer comandante, en aquel entonces Fabio Vázquez. Domingo consideraba la
lucha armada como un derecho de defensa de los pueblos y valoraba al socialismo
como la única solución posible para los problemas del continente.
Murió en un enfrentamiento
con el ejército colombiano en la zona del Bagre, al nordeste de Antioquía, en
1973, cuatro años después de alistarse
en la guerrilla. Este sacerdote debió dejar entre sus compañeros bastantes
ejemplos de honestidad, ya que uno de los seis frentes de guerra actuales del
grupo guerrillero, llevan el nombre del
sacerdote.
José Antonio Jiménez
muere en 1970, en las montañas de Antioquía,
por los efectos de una mordedura de serpiente.
Manuel Pérez, tras la operación de Anorí donde el ELN sufre una fuerte derrota que provoca la huida del primer
comandante a Cuba, asume la comandancia del grupo guerrillero centrando su actividad
en la infiltración de sus miembros en los sindicatos de la industria petrolera y declarando a estas multinacionales como objetivo militar.
Se inician las voladuras de los oleoductos que recorren el país.
El cura Pérez en traje de faena |
El cura Pérez fue excomulgado
por la iglesia católica en 1986, tras el asesinato por parte del ELN del obispo
de Arauca. Tuvo una hija con una monja vinculada
a la guerrilla conocida como Mónica. Murió en las montañas del
Departamento de Santander de una hepatitis C, en 1998, a los 55 años de edad y después
de haber ejercido durante 24 años de comandante mayor del ELN.
Caricatura sobre el cura Pérez |
Casualmente una semana antes
el ELN había firmado el Preacuerdo de Viana,
firmado en el Palacio de Viana, en Madrid, en el que se fijaban las bases para una reunión preparatoria con miras a una convención nacional de paz. Fue el primer acuerdo de este tipo rubricado por el ELN dirigida por Manuel Pérez. Se escogió Madrid, tras sopesar la Habana, por seguridad y discreción y además porque el cura Pérez así lo pidió, tal vez por nostalgia.
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