En la entrada anterior
recogía el concepto estratégico que el cura Pérez introdujo en el ELN, con
respecto a la industria petrolera colombiana. Con el criterio de que las
empresas petroleras estaban
esquilmando toda la riqueza del suelo
colombiano, las declaró objetivo militar y se iniciaron los atentados
contra sus instalaciones, sobre todo los oleoductos para el transporte del
crudo.
He querido indagar sobre este
proceder de los grupos guerrilleros en la actualidad- también las FARC atentan contra los oleoductos – ya que es noticia frecuente en la prensa colombiana, acciones de
este tipo.
Colombia tiene una importante
y dispersa industria petrolera que justifica la existencia de diversos oleoductos
para sacar el crudo a los puertos para su exportación. Los más importantes son los
de Caño Limón – Coveñas, de 770
kilómetros, el Vasconia – Coveñas, de
481 kilómetros, el Cuisiana- Coveñas, de 790 kilómetros y los oleoductos: Central de los Llanos, el del Alto Magdalena y el Orito – Tumaco. En total, unos 3.500 kilómetros de oleoductos, para
transportar el crudo a los puertos
caribeños de Coveñas y Cartagena de Indias o al de Tumaco, en el Océano Pacífico.
Mapa de los oleoductos en Colombia |
Para conocer el alcance de
los atentados a la infraestructura petrolera he localizado un documento del
Ministerio de Defensa Nacional, fechado en diciembre del 2014, titulado: Logros de la Política Integral de Seguridad
y Defensa de la Prosperidad. http://www.mindefensa.gov.co/irj/go/km/docs/Mindefensa/Documentos/descargas/estudios%20sectoriales/info_estadistica/Logros_Sector_Defensa.pdf
Este informe, todavía
calentito, en su página 38 recoge
diversos cuadros sobre atentados a las infraestructuras, incluidas las
petroleras. Para este apartado recoge datos históricos desde el 2004 y el
pasado año. Los años de más atentados
han sido el año 2013 con 259 voladuras, el 2005 con 155 y el pasado año con
141. Los años de menos atentados fueron el 2010 el 2008 y el 2009 con 31 y 32
voladuras.
Estadística de las voladuras de oleoductos |
El informe recoge a pie de página el concepto de voladura de oleoductos. Textualmente dice: es la rotura o rompimiento de una línea de transportación (oleoducto, poliducto, gaseoducto) por efecto
de la activación de un artefacto explosivo, casi siempre como consecuencia de
una acción terrorista, del cual se puede derivar la suspensión del bombeo, el
derrame de hidrocarburos, incendio y contaminación.
El año de más atentados- el 2013 - , se volaba un
oleoducto cada día y medio. La
paternidad de estos atentados descansan sobre las dos organizaciones
guerrilleras, sobre todo del ELN, ya que gran parte de los oleoductos discurren
donde este grupo guerrillero tienen fuerte presencia.
Tabla comparativa de los atentados del 2014-2013 |
Vigilar una infraestructura de esas dimensiones es prácticamente imposible. Las voladuras no siempre se hacen desde el monte; gran parte de ellas desde los frentes urbanos, cuyos guerrilleros hacen vida normal. Así que es normal hacer campañas de denuncia sobre estos casos.
Campaña de denuncia de los sabotajes |
Cuando se vuela un oleoducto
los daños son diversos y algunos de ellos de difícil cuantificación. Existe un
crudo derramado, una reparación del oleoducto, un campo petrolífero parado
mientras se vuelve a poner en marcha el oleoducto y sobre todo los daños
medioambientales, ya que muchas veces el derrame llega a fuentes de agua y ríos
que abastecen a las poblaciones o se producen importantes incendios.
Imagen de un atentado |
Conocemos los abusos de
muchas empresas petroleras - hay
abundante literatura y sentencias condenatorias al respecto- pero ninguna
acción política justifica estas voladuras, cuyas consecuencias medioambientales
las sufren los modestos lugareños, donde se producen.
El ejemplo de lo que decimos fue la
voladura del oleoducto Cusiana- Coveñas, por parte del ELN, en Machuca, en
octubre del 1998. Tras dinamitarlo, el petróleo ardiendo se deslizó por el río
Pocuné entrando en el pueblo donde se quemaron 46 casas y produjeron
la muerte de 84 personas por calcinación, la mayoría de ellos menores de edad. Esta
salvajada se la conoce como la masacre de
Machuca.
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