jueves, 19 de noviembre de 2015

EL CENTRO DEMOCRÁTICO NO ESTÁ, ¿SE LE DEBE ESPERAR?

Llevo dos años residiendo en Colombia y he seguido con mucho interés las conversaciones de paz que el gobierno Santos lleva en la Habana con el principal grupo guerrillero del país; las FARC.
 
Soy de los que considero muy importante y vital para los colombianos, que esa mesa llegue a un acuerdo satisfactorio para ambas partes.
 
De entrada me llamó la atención nada más llegar que cuando un Estado democrático negocia con su enemigo, todos los partidos democráticos deberían considerar esas negociaciones como un asunto de Estado y por tanto se deben cerrar filas en torno al gobierno y sus negociadores. Esto en Colombia no existe; cada partido intenta sacar réditos electorales de cara a su electorado. 
 
En esto de torpedear el proceso con saña se lleva la palma el Centro Democrático. He visto a docenas de sus dirigentes en diferentes mesas redondas en televisión, les he escuchado en entrevistas de radio, actuaciones en el parlamento  y jamás les he visto hacer una propuesta constructiva en torno al mismo.
 
Logotipo del partido Centro Democrático 

El problema de partida y que además es irresoluble es que mientras el Gobierno concede a la guerrilla estatus político para negociar en igualdad de condiciones, ese partido, el Centro Democrático, se lo niega y les considera terroristas y bandidos con los cuales no se debe negociar. Hay que tener en cuenta que son un partido muy de derechas, de corte militarista, cuyo fundamento se basa en defender el orden establecido por encima de todo.  
 
Han sido muchas las tropelías cometidas por ese partido. El 4 de agosto pasado un helicóptero Black Hawk, con 16 policías a bordo, cayó a tierra, muriendo todos los ocupantes. A las pocas horas, cuando todavía los cuerpos estaban calientes, Álvaro Uribe hizo unas declaraciones confirmando que había sido derribado por la insurgencia. El gobierno abrió una investigación en la que intervinieron incluso los fabricantes del helicóptero, donde concluyen que había sido un choque contra una ladera, por las malas condiciones climáticas. Alguien podría pensar que suficiente metedura de pata serviría para dimitir e irse a su casa, pero aquí no dimite nadie. Lo que pasaba era que en el subconsciente del Sr. Uribe le hubiese gustado que hubiese sido derribado, para intentar parar las negociaciones.
 
La última de ese partido tiene que ver con el plebiscito con el que se quiere refrendar por la población colombiana, el hipotético acuerdo de la Habana. Ese acuerdo si finalmente se firma es un conjunto de materias heterogéneas que forman un paquete, consecuencia de esa negociación. El centro democrático quiere desgajar las materias y hacer una consulta por cada una de esas materias. Un formidable disparate, que define una vez más que el Centro Democrático no está por acuerdo de paz alguno.
 
Cartel Electoral del Centro Democrático. Las fotos pertenecen a dirigentes de las FARC

Un acuerdo de paz refrendado por todos los partidos políticos tendría más legitimidad que si únicamente lo apoyan una parte. Si el Centro  Democrático no está, ¿se le debe esperar?
 
Esta es la pregunta del título y a mi juicio se debe avanzar al margen de ese partido. De él no se puede esperar nada edificante. Esto es como un tren en marcha que, el que nos se sube, lo pierde. Cada vez es más notorio el apoyo de la población colombiana al proceso de paz. Estoy plenamente convencido de que si el proceso tiene un final feliz, refrendado por la población colombiana, el Centro Democrático no tendrá más remedio que sumarse al mismo, para no verse aislado políticamente. 



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