Llevo
dos años residiendo en Colombia y he seguido con mucho interés las
conversaciones de paz que el gobierno Santos lleva en la Habana con el
principal grupo guerrillero del país; las FARC.
Soy
de los que considero muy importante y vital para los colombianos, que esa mesa
llegue a un acuerdo satisfactorio para ambas partes.
De
entrada me llamó la atención nada más llegar que cuando un Estado democrático
negocia con su enemigo, todos los partidos democráticos deberían considerar
esas negociaciones como un asunto de
Estado y por tanto se deben cerrar
filas en torno al gobierno y sus negociadores. Esto en Colombia no existe;
cada partido intenta sacar réditos electorales de cara a su electorado.
En
esto de torpedear el proceso con saña se lleva la palma el Centro Democrático.
He visto a docenas de sus dirigentes en diferentes mesas redondas en televisión,
les he escuchado en entrevistas de radio, actuaciones en el parlamento y jamás les he visto hacer una propuesta
constructiva en torno al mismo.
Logotipo del partido Centro Democrático |
El
problema de partida y que además es irresoluble es que mientras el Gobierno
concede a la guerrilla estatus político
para negociar en igualdad de condiciones, ese partido, el Centro Democrático,
se lo niega y les considera terroristas
y bandidos con los cuales no se debe
negociar. Hay que tener en cuenta que son un partido muy de derechas, de corte
militarista, cuyo fundamento se basa en defender el orden establecido por
encima de todo.
Han
sido muchas las tropelías cometidas por ese partido. El 4 de agosto pasado un helicóptero
Black Hawk, con 16 policías a bordo, cayó a tierra, muriendo todos los
ocupantes. A las pocas horas, cuando todavía los cuerpos estaban calientes, Álvaro
Uribe hizo unas declaraciones confirmando que había sido derribado por la insurgencia.
El gobierno abrió una investigación en la que intervinieron incluso los
fabricantes del helicóptero, donde concluyen que había sido un choque contra
una ladera, por las malas condiciones climáticas. Alguien podría pensar que
suficiente metedura de pata serviría para dimitir e irse a su casa, pero aquí no
dimite nadie. Lo que pasaba era que en el subconsciente del Sr. Uribe le
hubiese gustado que hubiese sido derribado, para intentar parar las negociaciones.
La
última de ese partido tiene que ver con el plebiscito
con el que se quiere refrendar por la población colombiana, el hipotético
acuerdo de la Habana. Ese acuerdo si finalmente se firma es un conjunto de
materias heterogéneas que forman un paquete, consecuencia de esa negociación.
El centro democrático quiere desgajar las materias y hacer una consulta por
cada una de esas materias. Un formidable disparate, que define una vez más que
el Centro Democrático no está por acuerdo de paz alguno.
Cartel Electoral del Centro Democrático. Las fotos pertenecen a dirigentes de las FARC |
Un
acuerdo de paz refrendado por todos los partidos políticos tendría más
legitimidad que si únicamente lo apoyan una parte. Si el Centro Democrático no está, ¿se le debe esperar?
Esta
es la pregunta del título y a mi juicio se debe avanzar al margen de ese
partido. De él no se puede esperar nada edificante. Esto es como un tren en
marcha que, el que nos se sube, lo pierde. Cada vez es más notorio el apoyo de la
población colombiana al proceso de paz. Estoy plenamente convencido de que si
el proceso tiene un final feliz, refrendado por la población colombiana, el
Centro Democrático no tendrá más remedio que sumarse al mismo, para no verse aislado
políticamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario