jueves, 5 de noviembre de 2015

LA CERÁMICA DE LA CHAMBA

Aprovechando el puente de todos los Santos, nos desplazamos a la Chamba, corregimiento del municipio El Guamo, perteneciente al departamento del Tolima. Se ubica en el margen izquierdo del río Magdalena y a unos 170 kilómetros de Bogotá. La Chamba es uno de los tres  centros cerámicos por excelencia de Colombia, junto a Raquirá y el Carmen de Viboral, aunque éste último es más un centro locero.
 
Este año hemos decidido que los regalos locales de navidad -los que hagamos en Colombia- deberían ser juegos cerámicos de esta zona, que es una cerámica negra y roja muy utilitaria, de gran calidad y muy apreciada en el país. Ya disponíamos en casa de alguna de estas piezas, una especie de cazuelas-cuenco, que ajustados sobre cestas, sirven para degustar el famoso ajiaco santafereño.  

 
En la Chamba habitan 330 familias y 1.800 vecinos, de las cuales 291 familias participan directamente en la actividad ceramista. La artesanía cerámica de la Chamba es un oficio femenino. Los hombres únicamente se dedican a la extracción del barro, la preparación del mismo y los procesos de ahumado. El resto de hombres se dedican a las actividades agrícolas.
 
 
Trasladando piezas para su secado
 

El proceso cerámico de la Chamba tiene algunas originalidades. En principio, utilizan tres tipos de barro: uno liso de color oscuro,  el segundo arenoso de color gris y un tercero de color rojo que únicamente sirve para dar tinte a las piezas que llevaran ese color. Las dos primeras se mezclan en las proporciones convenientes para preparar las masas y son sobre las que se elaboran las piezas.

 

Visitamos el taller de Astrid Betancourt que puede ser el más grande y el de más producción de la Chamba. Al estar en estado de avanzada gestación esperando una hija, nos atendió estupendamente su padre. También visitamos un caserío a la orilla del río Magdalena donde visitamos dos nuevos talleres, uno de ellos el de la hermana de Eduardo Sandoval Valdés. Éste, que se dedica a fabricación de piezas artísticas, las confecciona en Bogotá y las cuece en la Chamba. Su hermana las comercializa.
 
La cerámica de la Chamba dispone de dos técnicas de elaboración. La primera es la de modelado a mano, y la del moldeado. A su vez en la primera utilizan las técnicas del rollo y del pellizco. La primera consiste en formar cilindros de barro que puestos unos sobre otro ayudan a dar altura a la pieza. Una vez conseguida esta  se alisa, para dar uniformidad a la pieza, con una tusa o garojo del maíz. La segunda consiste en tomar una bola de barro y con ayuda de los dedos, se va acoplando a la pieza hasta conseguir la altura deseada.
 
Con respecto al moldeado, esta técnica consiste aplanar con las manos  la masa disponible, hasta hacer una especie de arepa del espesor deseado. Esta arepa se coloca sobre el molde y se trabaja hasta darle el grosor deseado, valiéndose de algunas sencillas herramientas de bambú y de totumo.
  
También elaboran piezas moldeándolas sobre moldes de barro sobre todo para confeccionar figuras animales, utilizándose a veces dos moldes para una única pieza.
 
Moldeado sobre un molde de barro

Una vez confeccionada la pieza se colorean con un barniz elaborado con el barro rojo del que hablábamos al principio. Se extiende con brochas a lo largo de toda la pieza adquiriendo ésta un color rojo intenso. Posteriormente son llevadas a los patios para su secado. Por último antes de cocerlas en los hornos son bruñidas con piedras semipreciosas-de ágata-  para sacarlas el brillo y cerrar los poros que pudieran tener.
Barnizado de las piezas de color rojo



Bruñendo una pieza




Piedras de ágata  para el bruñido

 


Las piezas a hornear se introducen en bidones metálicos o en vasijas de barro, llamadas moyones. Encendido el horno se mantiene la puerta abierta del mismo y en dos o tres horas, donde se alcanzan los 750ºC,  se da por finalizado el proceso. Se extraen del horno y se dejan enfriar.
 

La cerámica de la Chamba es más conocida por su color negro que el rojo. Este color no se lo facilita el barro sino un proceso de ahumado muy original. Cuando los bidones metálicos  o los moyones salen del horno, se les añade dos paletadas de excremento seco de caballo o de burro, junto con paja o  serrín. Se tapan y el ahumado que producen estos combustibles ahúman las piezas dándoles esa tonalidad negra, tan características de la cerámica de la Chamba.

Los hornos caseros son de tipo cúpula de unos tres metros de diámetro por 2,5 metros de altura. Se construyen sobre una estructura de madera y guadua y se protege con un tejadillo para preservarle de las lluvias. Se alimentan con madera aunque algunos están adaptándoles al gas. A veces son hornos comunitarios donde varios vecinos utilizan el mismo proceso de cocción.
 
Tipo de hornos para la cocción . Los moyones rodean al horno


Esta cerámica presenta unas originalidades que la hacen  muy singular. La no utilización del torno para la fabricación de las piezas, el barnizado de las piezas para obtener el color rojo y el original posterior ahumado para obtener el color negro, la hacen única y muy característica. Como se observa el barro original no proporciona color alguno a las piezas.
 
Algunas piezas emblemáticas de la Chamba
 

1 comentario:

  1. Le felicito por su pàgina,me parece un trabajo precioso.
    ...Saludos desde Galicia.

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