En la
noche del 31 de agosto al 1 de septiembre de 1932, un grupo de peruanos armados
tomó Leticia que, en aquel tiempo, tenía unos 300 habitantes. Las autoridades
colombianas, la policía y los habitantes
de nacionalidad colombiana, tuvieron que refugiarse en la población brasileña vecina
de Tabatinga.
Esta
toma armada de la capital de la Amazonía colombiana, era la consecuencia del
malestar existente entre los peruanos por haber
cedido pocos años antes, según lo acordado en el Tratado Salomon– Lozano de
1922, una vasta extensión de terrenos a Colombia pertenecientes a su región de
Loreto, entre la que se incluía la ciudad de Leticia.
Mapa de limites del Tratado Salomón -Lozano. Obsérvese los territorios cedidos a Colombia |
El
gobierno colombiano a fin de restablecer el orden público en sus territorios,
armó una expedición compuesta por 1.500 hombres y 6 unidades navales que a
través del río Putumayo pudieron dirigirse
al norte del trapecio amazónico.
Durante
el mes de febrero de 1933 hubo diversas confrontaciones aéreas entre ambas
naciones, que propiciaron un intento de conciliación por medio de la Sociedad de Naciones, que nombró un comité mediador formado por
representantes de Irlanda, Guatemala y España. Esta mediación fue aceptada por
ambos países litigantes.
Manifestaciones peruanas reivindicando Leticia |
El 25
de mayo de 1933 se firmó en Ginebra un acuerdo entre Colombia y Perú de ocho
puntos, que incluía el nombramiento de una Comisión
que se encontraría en Leticia en un plazo de 30 días, utilizaría las
fuerzas militares precisas y tendría una duración máxima de un año. Previamente
debería evacuarse las fuerzas peruanas del territorio tomado con anterioridad.
Los gastos correrían cargo del Gobierno
de Colombia y ambos países se comprometían a cesar en los actos de hostilidad
entre ellos.
La
comisión de Administración del territorio
de Leticia estaba formada por un coronel y un capitán de fragata de EE.UU.,
un capitán de aviación español –nuestro hombre, Francisco Iglesias Bagre- y un cuarto hombre en representación de la
Sociedad de Naciones, que actuaba como Secretario General.
Francisco Iglesias Bagre había nacido en El Ferrol en
1900 y era un destacado piloto de aviación de la República Española. El
Gobierno republicano le había encargado
en 1932 el proyecto de organizar la Expedición Científica a la Región Amazónica.
En principio Iglesias pensó en una pequeña
expedición en la que un grupo pequeño de investigadores viajase al Brasil para
hacer una exploración científica a lo largo del río Amazonas y a través de las
selvas de Colombia, Ecuador y Perú.
Sin embargo la expedición se transformó en una gran empresa colectiva al recibir múltiples apoyos.
Por un lado diversos organismos iberoamericanos y los gobiernos de Perú,
Colombia, Ecuador y Brasil, vieron con simpatía el proyecto expedicionario.
Luego se implicaron en él numerosas instituciones científicas españolas como la
Sociedad Geográfica, el Instituto Geográfico y Estadístico, el Servicio
Hidrográfico de la Marina, el Museo Nacional de Ciencias Naturales el
Servicio de Meteorología Nacional, el Museo Nacional de Antropología. el Real Jardín Botánico de Madrid y la Escuela Nacional de Sanidad. Se
decidió entonces organizar una gran expedición de veinticinco personas que
viajarían en un gran barco, acompañados de numerosos ayudantes. En él se
transportaría una avioneta desmontada que se pondría en vuelo al llegar al
lugar de la exploración con el propósito de hacer el levantamiento
fotogramétrico de los territorios que se iban a investigar.
Planos del buque Ártabro para la expedición |
Pero
tras una gran inversión de tiempo y recursos en la organización del viaje y en
la construcción de un moderno buque, el Ártabro, construido por la Unión
Naval de Levante, y que se botó en Valencia el 16 de febrero de 1935 en medio
de una gran expectación social, la
expedición no llegó a realizarse debido a la crisis político económica
previa a la guerra civil del 1936.
El
trabajo de la Comisión no fue fácil, los largos y viejos conflictos fronterizos
entre Perú y Colombia no se lo pusieron fácil a los comisionados. Iglesias
Bagre sufrió campañas de desprestigio que le organizaban a través de la prensa
local colombiana – en El Tiempo y en El País- acusándole de agente entregado
al país vecino, lo que le hizo dimitir a principios de 1934.
El Secretario de la Comisión manifestaba que: Iglesias Bagre había sido víctima
expiatoria de la lucha de partidos en Colombia. El partido conservador, que
atacaba fuertemente el acuerdo de Ginebra, ha encontrado en él su víctima para
lanzar sus dardos contra el partido liberal, que está en el poder. Se ha jugado
a la ligera con el honor de un hombre entregado a su tarea con todo su ardor,
su inteligencia, su comprensión del problema y su gran lealtad.
El
trabajo de la Comisión dio lugar a un acuerdo, firmado en Río de Janeiro, donde
los dos países reanudaron la relaciones diplomáticas, se reconocía el tratado
de límites de 1922, se planteaba la desmilitarización de la frontera, se creaba
una comisión de tres miembros, con la inclusión de Brasil y se restablecía la
libertad de navegación fluvial entre los ríos comunes para los dos países, con
la creación de un sistema aduanera especial.
Nuestro
hombre se dedicó a viajar por el río Amazonas donde recogió materiales etnográficos, que fueron catalogados en el Museo Comercial de Belem de Pará, contando con la colaboración de su Director, Sr. Paul Leccinte. Con éste material la Sociedad Española de Amigos
del Arte organizó una exposición en Madrid, que tuvo mucho éxito.
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