La Churrería Española La Castreña no deja lugar a dudas de la
procedencia del propietario de la fabricación de un producto tan español, como
son los churros. En efecto, mi paisano Vicente del Castillo es un castreño que instaló una churrería en la carrera 13 con
la calle 58 de Bogotá, en pleno barrio
de Chapinero.
Este barrio que es la prolongación
hacia el norte del centro de la ciudad, debe su nombre a un gaditano que
fabricaba chapines; una especie de
zuecos que gastaban las mujeres para resguardar sus vestidos
bajos del barro de los caminos y para realzar la figura de las que los calzaban.
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Cartel anunciador de la churrería La Castreña
Don Vicente instaló la
churrería en 1952, por tanto es un clásico de Bogotá. Intenté en días pasados saludarle,
pero no fue posible. Tiene ya 84 años y
pasa prácticamente algo más de medio año en España, dejando al frente de la churrería
a un encargado.
Cartel de productos de la Churrería
Aunque su producto principal
es el churro, que tuve oportunidad de probarlos, también comercializa
morcillas, chorizos, hamburguesas y empanadas.
Los churros son redondos, pequeños, vendiendo la docena, que componen una ración,
en 2400 pesos colombianos, algo menos de un euro. Estaban ricos.
Listado de precios
En las paredes del local
tiene colgado carteles de diferentes sitios de España, sobresaliendo uno de
Castro Urdiales, su pueblo nativo, en la que se observa el barrio pesquero, el
puerto, la iglesia gótica de Santa María y el faro. Es la clásica vista de la ciudad.
Cartel de Castro Urdiales
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