jueves, 12 de junio de 2014

UN CASTREÑO HACIENDO CHURROS EN BOGOTÁ

La Churrería Española La Castreña no deja lugar a dudas de la procedencia del propietario de la fabricación de un producto tan español, como son los churros. En efecto, mi paisano Vicente del Castillo es un castreño  que instaló una churrería en la carrera 13 con la calle 58  de Bogotá, en pleno barrio de Chapinero.
 
Este barrio que es la prolongación hacia el norte del centro de la ciudad, debe su nombre a un gaditano que fabricaba chapines; una especie de zuecos que gastaban las mujeres para resguardar sus  vestidos bajos del barro de los caminos y para realzar la figura  de las que los calzaban.
 
 
Cartel anunciador de la churrería La Castreña


Don Vicente instaló la churrería en 1952, por tanto es un clásico de Bogotá. Intenté en días pasados saludarle, pero no fue posible.  Tiene ya 84 años y pasa prácticamente algo más de medio año en España, dejando al frente de la churrería a un encargado.
 
 

                                                                                Cartel de productos de la Churrería
 
 
Aunque su producto principal es el churro, que tuve oportunidad de probarlos, también comercializa morcillas, chorizos, hamburguesas y empanadas.  Los churros son redondos, pequeños,  vendiendo la docena, que componen una ración, en 2400 pesos colombianos, algo menos de un euro. Estaban ricos.
 
 
                                                                                 Listado de precios
 

En las paredes del local tiene colgado carteles de diferentes sitios de España, sobresaliendo uno de Castro Urdiales, su pueblo nativo, en la que se observa el barrio pesquero, el puerto, la iglesia gótica de Santa María y el faro. Es la clásica  vista de la ciudad.
 
 


                                                              Cartel de Castro Urdiales 

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