En el año 2009 tuve
oportunidad de visitar una interesante exposición sobre la Malaria, en la Biblioteca Nacional, en Madrid. En ella aprendí la importancia que durante
muchos años tuvo la corteza de la quina andina, como remedio y febrífugo
absoluto, aplicado a los pacientes con fiebres intermitentes producidas por la
malaria.
Campaña contra los mosquitos en España. Principios siglo XX |
La corteza de quina era
utilizada por las culturas precolombinas como medicamento. Sus virtudes se
empiezan a conocer en el primer tercio del siglo XVII, entre los colonizadores
y religiosos españoles. El uso llegó a
Europa a través de la administración virreinal y de la orden de los jesuitas
quienes a través del cardenal Juan de Lugo, comenzaron el proceso de difusión
de este remedio.
La primera descripción
escrita del poder curativo de la quina se debe al agustino español Antonio de
la Calancha que, en 1638, ofreció una
breve noticia sobre el árbol de las
calenturas y de las tercianas. También el padre jesuita Bernabé Cobo, residente en
Perú como Calancha, en 1652, describe desde ese país la cascarilla y sus
propiedades curativas milagrosas.
La utilización de la quina
fue objeto de polémica a lo largo del siglo XVII. Su uso tropezó con barreras
doctrinales, religiosas y comerciales que obstaculizaron su difusión. Su
difusión como polvo de los jesuitas
no fue bien recibida por la Europa protestante. También su elevado precio
favoreció la proliferación de adulteraciones y falsificaciones. El polvo de corteza de la quina llegó a cotizarse más que el oro
Desde finales del siglo XVII
la utilización de la quina como remedio para las fiebres intermitentes se fue
generalizando; a su implantación en la Europa no católica contribuyeron los
trabajos del inglés Thomas Sydenham y a
un grupo de negociantes como Robert Talbor,
que comercializaron exitosos remedios
secretos febrífugos, que consistían en
preparados de corteza de quina.
Posteriormente los estudios
del italiano Franscesco Toti, unido a la experiencia adquirida por los médicos
del momento que debieron enfrentarse con epidemias de fiebre durante ese siglo,
popularizaron el uso de la quina, que se hizo elemento imprescindible en las
farmacias europeas.
A lo largo del siguiente
siglo- el XVIII- las sucesivas expediciones científicas a América, llevaron a
una primera caracterización de las especies del género Cinchona L., cuya corteza se comercializaba como quina. Los
trabajos realizados por los franceses Charles Marie de la Condamine y Joseph de
Jussieu, y los españoles Hipólito Ruiz y José Antonio Pavón, en tierras del
Perú y José Celestino Mutis en tierras de Colombia, tuvieron una especial
relevancia.
Cinchona lancifolia
Durante el siglo XIX se asiste
a un doble proceso, por un lado
identificar los principios activos aislados de la corteza de quina, por otro, y
ante la dificultad de obtener la corteza de los territorios americanos, se realizan
grandes esfuerzos para propagar y aclimatar arboles de quina en territorios coloniales
de Gran Bretaña y Holanda.
Cortezas de quina adquiridas en Bogotá |
En este siglo se intento
obtener extracto de corteza que contuviera su esencia terapéutica. En 1810 el
portugués Bernardino Antonio Gomes aisló una sustancia cristalina de un extracto
alcohólico de la corteza de quina, que no llego a purificar, a la que llamó cinchonino. Ya en 1820, dos farmacéuticos franceses Pierre Joseph Pelletier y Joseph
Bienaimé Caventou, lograron aislar dos de los alcaloides de la quina: la quinina y la cinchonina.
A partir de aquí se
desarrollaron numerosas industrias
dedicadas a la producción de sulfato de
quinina, radicadas en Francia, Alemania, Reino Unido y Estados Unidos.
La quina ha tenido otras
utilidades. En España se consumía hace años una bebida comercializada con el
nombre de Quina Santa Catalina, que
era un tónico para abrir el apetito. También el Amargo de Angostura, de
origen venezolano, es un sazonador imprescindible en la elaboración de
cocteles.
Etiqueta del tónico Santa Catalina
El sabor amargo de la quina la jugó una mala pasada. Se enriqueció el refranero español con esta planta, adjudicándola el papel de maligna. Así, eres más malo
que la quina, servía para definir a una persona malvada. Mientras que tragar quina, definía a una persona que tiene que soportar una situación desagradable.
Me gusto mucho el texto y fue muy útil, no imaginaba que tuviera el papel de maligna.
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