El pasado 17 de mayo
en Tunja, capital del Departamento de Boyacá, en Colombia, se realizó una
preciosa iniciativa de contenido simbólico, pero también práctica. Consistía en
intercambiar algún recipiente plástico, que aportaban los vecinos, por un cesto
confeccionado por los artesanos locales, con fibras naturales, dentro de la
campaña: más fibra menos plástico.
Se trataba de reducir
los consumos plásticos para volver dentro de lo posible a los antiguos canastos
para realizar las compras cotidianas. Se repartieron más de 3.500 cestos.
Emblemas de la campaña |
Colombia, por su
situación en la franja intertropical del planeta y por sus condiciones físicas,
climáticas y orográficas es el paraíso de la diversidad vegetal, con más de
27.000 especies de plantas reconocidas. Por tanto, no les faltan especies vegetales
que les aportan, según qué tipo de canastos, las fibras convenientes. La
sabiduría campesina hace el resto.
En estos tiempos, en
los que estamos rodeados de plásticos, con las costas invadidas de esas basuras,
islas de plástico de muchos km2 en los océanos, y hasta los peces que nos comemos
lo alojan en sus vísceras, una iniciativa como la de Tunja, tiene un
significado muy especial.
Los canastos del trueque en Tunja |
Además, las gentes de Colombia tienen
una sabiduría ancestral en torno a los embalajes naturales. El hombre
primitivo, debido a su aislamiento, resolvió el problema del embalaje de muchos
productos, especialmente de los alimentos, a través del aprovechamiento de las
hojas de algunas especies vegetales. Estos embalajes todavía siguen siendo perceptibles
en ese país.
Ojalá otros departamentos sigan
con esta iniciativa. Aparte de la campaña de concienciación, dar vida al monte mediante la recolección
ordenada de las plantas adecuadas, el secado, procesado y teñido de las fibras,
darían trabajo a ese importante sector de artesanos colombianos.
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