viernes, 28 de febrero de 2020

ESTA FRONTERA ESTÁ CERRADA


Viendo este trasiego de personal, quién diría que la frontera colombo-venezolana de San Antonio del Tachira, está cerrada. Efectivamente todas las fronteras entre ambos países lo están, de forma rodada, lo que no impide que, según los expertos, unas 30.000 personas las crucen diariamente y unas 8.000 más que lo hacen por las trochas.

Al fondo de la fotografía, vemos una pancarta donde empieza Venezuela que dice Bienvenidos al Tachira y al costado la bandera del país. También vemos la división de la calzada mediante bolardos temporales, para separar los que salen, de los que entran.

Frontera de San Antonio del Tachira. Foto de Amnistía Internacional
En el lado izquierdo de la fotografía vemos que ancho de la calzada para la salida es considerablemente más estrecha de la utilizada para la entrada. También vemos que, los del este último lado, portan mochilas, carros de mano, bolsos, cajas, maletas que, intuimos cargadas de productos, comprados en el lado colombiano. Los carretillos se utilizan por una módica cantidad. Precisamente los que entran por el costado izquierdo lo hacen para llenar los recipientes que los acompañan, ante el desabastecimiento a que los tiene sometidos el gobierno sátrapa de Nicolás Maduro.

Estuve visitando esta frontera el pasado mes de enero. Del lado colombiano hay cientos de puestos, con miles de personas, que venden lo que necesitan los venezolanos y esto ocurre día tras día. Observando la foto, ¿quién diría que esta frontera está cerrada? 

viernes, 21 de febrero de 2020

REFLEXIONES EN TORNO AL ANIVERSARIO DE LA ENTRADA DE J. GUAIDÓ A COLOMBIA


Al cumplirse un año de la entrada clandestina de Juan Guaidó a Colombia, para asistir al concierto Venezuela Aid Live, junto a otros líderes regionales y para presidir la entrada hacia su país, de la ayuda humanitaria almacenada en Cúcuta, prevista para el día siguiente, me voy a permitir realizar alguna reflexión.

Me avalan los dos meses que he estado residiendo recientemente en Cúcuta, la visita a las tres fronteras del departamento del Norte de Santander, las más importantes de Colombia con Venezuela y el haber escrito ya en este blog algunas entradas sobre problemas fronterizos, crisis venezolana e informalidad económica.

También me avalan residir en un país, España, donde las tres derechas- Partido Popular, Ciudadanos y Vox– han elegido el tema Venezuela-Guaidó, como arma arrojadiza contra el gobierno de coalición de izquierdas, como si no hubiese suficientes problemas en el país.

Efectivamente, el 22 de febrero del 2019, Juan Guaidó entró clandestinamente en Colombia, una vez que el gobierno de Maduro le impedía salir del país. Ese día se celebraba el citado concierto y le esperaban importantes líderes de derechas de la región como Iván Duque, Sebastián Piñera y Mario Abdo, presidentes respectivos de Colombia, Chile y Paraguay.

Meses más tarde nos enteramos por el director de la Fundación Progresar http://www.funprogresar.org/  que la entrada a Colombia de Juan Guaidó, estuvo organizada y protegida por miembros destacados de una organización paramilitar denominada Los Rastrojos, bien conocida en Colombia por sus actividades criminales.

Este par de criminales confesos ayudaron a Guaidó a cruzar la frontera. Observese la pistola al cinto del de la izquierda
Los lectores españoles de este blog, deben saber que las fronteras colombianas con el país vecino, están controladas por organizaciones criminales, que dominan todo el contrabando y los tráficos, incluida la policía de fronteras de ambos países, eliminando a quien se oponga a sus planes. Los venezolanos asesinados se depositan en la parte colombiana y al revés con los colombianos, evitando así de esta manera las denuncias y las investigaciones de los desaparecidos.

Llegados a este punto ¿Cómo es posible que el gobierno colombiano, con todo el estado en sus manos, sea incapaces de preparar una entrada limpia de Juan Guaidó a Colombia? ¿Qué piensa la diplomacia internacional de semejante desaguisado, que ha permitido al sátrapa de Maduro, tomar aire? ¿Tiene que ver esta grave circunstancia con las vinculaciones en el pasado de algunos miembros del Centro Democrático, partido de Iván Duque y de Álvaro Uribe, con el paramilitarismo criminal que tanto sufrimiento causó en el país?

Si nos lo aclarasen estaríamos más seguros y además Juan Guaidó tendría mayor legitimación.

miércoles, 19 de febrero de 2020

EL MUELLE DE CARENA DE CARTAGENA DE INDIAS


                                                                                                    Esta entrada se la dedico                                                                   a mi sobrino Andrés Sánchez Romero,
                                                                                           para que amplíe sus
                                                                                            conocimientos marítimos


He tenido acceso a un bonito dibujo de la época de la colonia que representa un muelle de carena para buques de 70 cañones, en Cartagena de Indias, Colombia. Es un dibujo de Antonio Arévalo, fechado en 1758.

Dibujo de un muelle de carena en Cartagena
Carenar significa recorrer el navío en su parte sumergida, también conocida como obra viva o fondos del buque, para repararle o calafatearle. A su vez calafatear un buque consiste en estancar las juntas de las maderas para que no entre agua en la embarcación. Se hacía metiendo estopa entre las juntas mediante el hierro de calafateo golpeado con una maza de madera. A continuación, estas juntas se les daba brea y aceite para lograr su estanqueidad.

Calafateando una embarcación. Dibujo de Wikipedia
Precisamente para hacer cómoda esta actividad se inventan los muelles de carena, como el de Cartagena. Consiste en la construcción de un paramento inclinado mediante pilotes enterrados, de tal manera que pueda acostarse el barco de un lado sobre el muelle, mientras el opuesto quedando al aire se podía carenar. Después se escoraba el barco del otro costado, permitiendo calafatearle la otra parte del casco

Ya en la última parte del siglo XV, el aumento en el porte de las embarcaciones obliga a buscar nuevos modos de dar carena, sin necesidad de tumbar los barcos, apareciendo los varaderos y diques secos de carena, característicos de los arsenales del siglo XVIII.

Un varadero es una plataforma plana, y con una pequeña pendiente   hacia el agua que penetra en ella hasta que el calado es suficiente para que el barco flote. Para sacar los barcos del agua y ponerlos a flote es preciso disponer de mecanismos de arrastre, de potencia suficiente, como podían ser los tornos manuales en la antigüedad o los cabestrantes eléctricos en la actualidad. Estos varaderos tenían el inconveniente de no servir para barcos de gran tonelaje. De hecho, actualmente solo se utilizan mayoritariamente para reparar barcos pesqueros.

Barco pesquero en el varadero del puerto pesquero de Santander
Son los diques secos los que representan el modo más avanzado para la construcción y reparación de buques de gran tonelaje. Consisten en recintos cerrados de solera horizontal, construidos bajo el nivel del mar, de tal manera que con las compuertas abiertas el barco entra en el dique flotando. Una vez introducido el navío se cierran las compuertas y en bajamar se achica el agua del interior hasta que el barco queda en seco.

Dique seco de Gamazo en Santander
Una vez carenado o construido el navío se inunda de nuevo el dique y cuando se han equilibrado los niveles de dentro y fuera se abren las compuertas y sale el barco flotando.

Astilleros de Santander. 1 y 2 diques secos, 3 varadero. Fotografía de su Web
Estos sistemas modernos de carenado existen en Cantabria y pueden visitarse. Los varaderos se hallan prácticamente en todos los puertos pesqueros y los diques secos donde hubo o hay astilleros de construcción naval.  En los astilleros de Santander, disponen de dos diques secos y un carro varadero y en Astilleros del Atlántico, hasta su cierre en 1988, tuvo alquilado el de Gamazo, recuperado no hace muchos años como elemento del patrimonio industrial de la ciudad, donde uno puede pasear  por sus inmediaciones.

Parte hundida, dique de Gamazo, incorporado al paseo marítimo de la ciudad de Santander



jueves, 13 de febrero de 2020

CÚCUTA: EL PARAÍSO DE LA INFORMALIDAD


Cúcuta, la capital del Norte de Santander, en algún momento llegó a tener un presente más digno y bastante mejor que el actual. Cuando llegó a disponer de tres líneas férreas, dos de ellas a sendas fronteras del país vecino; la Venezuela que disponía de una economía ordenada o, cuando llegaban desde América y desde Europa productos que demandaban los cucuteños. Eran periodos sustancialmente mejores que los actuales.

Qué Cúcuta ha vivido y vive en buena manera del país vecino no es novedad alguna. En los tiempos esplendorosos de Venezuela, cuando los cambios de moneda les favorecían,  en Cúcuta se hacían buenos negocios. Ahora, desde hace un par de décadas las relaciones entre ambos países son turbulentas, con altos y bajos, más estos últimos, que han llevado al cierre actual de las fronteras de forma rodada.

Creo sinceramente que a Cúcuta le ha dañado esa relación con el país vecino. Empezando por el importante contrabando de combustibles - los pimpineros-  que la comercializaban en numerosos puestos instalados  en calles y carreteras del casco urbano y que todavía se sigue haciendo, aunque con más disimulo. Dar aspecto legal a una actividad criminal, fue un inmenso error porque creó una imagen deplorable de la ciudad. Todavía los pimpineros siguen a sus anchas contrabandeando combustibles. Quién quiera verlos que se desplace por la carretera que va a Puerto Santander.

Esto es el colmo de la ocupación del espacio publico: acera+calle
Según el último informe del DANE, la informalidad en Cúcuta es la más alta del país y alcanza el 73,3 %. Algunas aceras y calles de la ciudad están literalmente tomadas por los vendedores informales y los comerciantes, de tal manera que no se puede pasear, ni conducir por ellas. Las paradas en los semáforos cierran este circulo de informalidad. Es una falta de respeto hacia el espacio público que pertenece a todos los cucuteños. En estos puestos informales se vende de todo, son decenas de miles de personas en la economía sumergida. Así no puede haber desarrollo, ni políticas sociales, ni nada.

Esta imagen de ciudad, donde todo se compra y se vende, ha generado un tipo de ciudadanía individualista, insolidaria y poco culta. La falta de autoridad de quien tiene que ejercerla añade todavía más el irrespeto a los valores cívicos.  

El colmo de la desvergüenza: los chiringos de comida en la propia calle
Cuando oigo que quieren potenciar el turismo en la ciudad, ya les auguro que tendrán poco éxito. Un turista medianamente culto no quiere ver miseria, ni incivismo, ni informalidad, ni basura a su alrededor. Quiere pagar precios justos por los servicios que disfrute y que no abusen de él. Claro que esto vale también para algunas playas de Cartagena de Indias.

También sé que la inmigración venezolana en la ciudad ha podido deteriorar algo la situación, pero no nos engañemos, antes de la crisis del país vecino, ya la ciudad era un caos insufrible.

Conozco que los colombianos en general son seres dotados de una buena inteligencia para el rebusque, pero cuando esta actividad es mayoritaria en una economía, significa que el estado puede considerarse semi-fallido. Ese es el problema, la ausencia de Estado en el Norte de Santander.