sábado, 24 de marzo de 2018

UNA BONITA HISTORIA BOTÁNICA I


En nuestro reciente viaje a Colombia, hicimos noche en San Sebastián de Mariquita, municipio situado a 150 kilómetros de Bogotá, famoso por servir de sede de la Real Expedición Botánica, ordenada por el rey Carlos III, bajo la dirección del sabio gaditano José Celestino Mutis.

Visitamos las instalaciones de la sede en un viejo caserón colonial, así como el jardín de la misma, conociendo el famoso arbusto del guaco -Mikania cardifolia- cuyas hojas nos regalaron y conservamos en Cantabria. Además nos sirvió para rememorar una bonita historia que habíamos leído dos días antes en el anuario Maguaré, del Departamento de Antropología de la Universidad Nacional de Colombia, que habíamos  adquirido en Popayán.

Vista del caserón que acogió la Real Expedición Botánica en Mariquita
En mayo de 1801 Alexander Von Humboldt y Aimé Bonpland llegaron a Bogotá para conocer a José Celestino Mutis y los trabajos de su Expedición Botánica en la Nueva Granada. La llegada de los científicos extranjeros fue un gran acontecimiento en la aldeana Bogotá de entonces.

Entre los muchos regalos que recibieron los viajeros estaba una planta conocida como la hoja del guaco. Seguramente los naturalistas granadinos se la obsequiaron como símbolo del conocimiento vernáculo y como una contribución local a las ciencias universales. Camelo describe así el suceso: “[…] Mutis entregó a los visitantes una artesa con fragmentos del bejuco de Guaco, que con Pedro Fermín de Vargas […] habían identificado como efectivo antídoto contra el veneno de las serpientes”

El descubrimiento de la hoja del guaco ocurrió algunos años antes y por cuenta de otras personas distintas a las que hicieron entrega de la planta a los viajeros extranjeros. Fue obra de un pintor y naturalista autodidacta, Francisco Javier Matís, que trabajó durante 30 años en la Real Expedición y de otra figura todavía más desconocida, el negro Pío.

Hoja del guaco -mikania cardifolia- recogida en el jardín de la sede 
En un texto dejado por Matís  cuenta la manera en que “descubrió” las propiedades antiofídicas de la hoja de guaco mientras herborizaba por las regiones aledañas a Mariquita. Corría el año de 1788 y Matís se encuentra al negro Pío, esclavo de José Armero, con una culebra viva en las manos y al haberle preguntado dónde la había cogido, se desarrolla el siguiente dialogo:

Dijo que [la había cogido] a la venida de la hacienda.
-Pregunta Matís ¿A qué [sic] te adivino, le dije, las contras de que usas? (1)
-¿A que quizá, contestó, sabrá su merced?
- Díjele que usaría del bejuco curare. Contestó que sí.
-¿De la necha? -Que sí.
-¿De la fruta del burro? -Que sí.
-¿Y fuera de esas usarías otras? A lo que me contestó: hace poco descubrí otra que me parece es mejor que las nombradas.

Y sacando del bolsillo una hoja, me la mostró, y refiriéndome cómo había sido el descubrimiento, dijo: Que estando desherbando unas yucas en la hacienda de su amo, vino una águila que nombran guaco, y se paró en un árbol: que estuvo cantando guacó, guacó [...] y que luego se dejó caer entre el bosque; y oyéndole dar aletazos, le causó curiosidad de ir a ver qué eran dichos aletazos, y vio al águila en acción de coger la culebra, la cual se le prendió, y en el instante levantó el vuelo, y se fue. 

Aguila guaco referida en la conversación
El negro la siguió para ver dónde iría a caer, y vio que a la ceja del bosque se sentó y comió de las hojas del bejuco guaco, y retrocedió en busca de la culebra, y la halló en el mismo sitio, y la cogió y se la llevó a comércela [sic] a otra parte; que fue el negro y reconoció de las hojas que había comido, y reflexionó: cuando este animal ha comido de este bejuco, buena contra será.

-Ya he aplicado, añadió, a seis el zumo puro bebido y frotado en las picadas, y ninguno ha muerto.

-Díjele: buen descubrimiento has hecho

CONTINUARÁ


(1)Hace alusión a los contravenenos que utilizan en su vida común. Este lenguaje es propio de los naturalistas y  de yerbateros o curanderos prácticos, de ese país.

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