El pasado sábado
pasamos la jornada, junto a unos amigos cucuteños, en la Pamplona colombiana.
Esta es una pequeña ciudad de unos 60.000 habitantes, situada a 2200 metros de
altitud.
Aprovechamos para
visitar el museo del artista local Eduardo Ramírez Villamizar –ERV– , nacido en la ciudad en 1992 y fallecido en el 2004.
De Eduardo se sabe
que realizó estudios de arquitectura en Bogotá sin acabarlos, y que finalmente
se inclinó por las artes plásticas. Pasó por París y Nueva York donde residió
algún tiempo. Nos deja una prolija obra iniciada en la pintura, hasta
evolucionar a la escultura, primero en madera para pasarse al hierro,
inicialmente pintado para evolucionar
hacia las esculturas en hierro oxidado.
Tempera sobre papel de Eduardo |
Esculturas exentas,
hasta construcciones emergiendo, círculos intersectados, esculturas
suspendidas, inclinadas, en cámaras en progresión ..., muchas de ellas de gran
formato que adornan parques, avenidas, edificios públicos de Colombia y en
EE.UU. Es el padre del geometrismo en Colombia y el mismo manifestaba que todas las formas geométricas están en la
naturaleza.
Representación geométrica del caparazón de un caracol |
Eduardo realizó
prácticamente toda su obra escultórica en Suba, un distrito de Bogotá, donde
tenía su taller. El artista concebía y diseñaba la pieza, realizaba la maqueta
y un par de operarios metalúrgicos que residían en sus proximidades,
reproducían la escultura a la escala determinada.
Formó parte del
grupo de Barranquilla, un grupo de intelectuales progresistas que se reunían en esa ciudad
colombiana, entre los que se encontraba Gabriel García Márquez. Posiblemente la
marcha de Eduardo de Pamplona a Bogotá, sería para huir del clima asfixiante de
una Pamplona dominada por las instituciones religiosas, que creaban una atmósfera
muy conservadora. A G. García Márquez también le toco marcharse, en este caso
más lejos, a México.
Así y todo ERV,
visitaba su ciudad natal tres o cuatro veces al año, donde aprovechaba
para realizar cursos, talleres y dar
conferencias. Su amor a Pamplona lo demostró instalado el museo en su ciudad
natal, con la ayuda del Presidente del
Gobierno de la época, Virgilio Barco y cumpliendo su voluntad de dejar
depositadas sus cenizas debajo de un magnolio centenario, que se ubica en el
patio–jardín del museo.
Vista parcial del jardín del museo. Al fondo escultura homenaje a Virgilio Barco |
El museo se aloja
en una casona–palacio colonial de unos 400 años de antigüedad, rehabilitado
para alojar el museo. Este se ubica en un costado de la plaza principal de la
ciudad. Dotado de amplios balcones hacia el exterior, hacia el interior se dota
también de grandes corredores, salas
espaciosas, el patio–jardín, ya citado
y un jardín en la parte trasera, que dispone de otro magnolio centenario y que aloja la escultura de homenaje del artista a Virgilio Barco.
En algunas salas
del museo se han logrado recuperar los frescos policromados, en forma de
cenefas y pinturas, datadas de algo más de 300 años, perfectamente conservadas.
Esta casona–palacio se la conoce como de
las marías y se sabe que Simón Bolívar
la utilizaba para su descanso durante sus desplazamientos en la Gran Colombia.
Fachada del mueso Ramírez Villamizar |
El joven Director,
Ricardo Jiménez, nos acompañó en algunas fases de la visita, ayudándonos a
comprender las obras del maestro y también nos hizo alguna crónica de la
historia local, que nos posibilitó entender mejor la vida colonial en Pamplona.
El museo es privado
y se administra a través de una Fundación. Así y todo, la entrada tiene un
precio simbólico de 1000 pesos –0,29 euros–. Vienen trabajando con los
colegios del Departamento a fin de involucrar a los niños mediante pequeñas
maquetas en cartón, en la comprensión de las obras expuestas de ERV, en el
museo. El museo también alberga exposiciones temporales, tertulias y
conferencias
Con un lenguaje y una expresión que impactan y convocan al diálogo profundo con las obras mismas, Ramírez Villamizar escapa a los rótulos, caracterizando su producción por la monumentalidad, el equilibrio de las formas, el dinamismo y la fuerza contenida, así como la austeridad que no exime la variedad. En sus construcciones de formas simples, elementales y poéticas, calificadas de geometría sensible, existen referencias profundas a las formas vivas, la naturaleza, el pasado humano desde los tiempos más remotos, el ser latinoamericano desde sus orígenes, así como todas las búsquedas y hallazgos del arte moderno, que mira más hacia el futuro.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte y gracias a todos, desde estas tierras Pamplonesas... Ricardo Jimenez
Ricardo, gracias por tus palabras.
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